
Teresa Carreño es un nombre grabado en la memoria colectiva del venezolano. Pero quizá está más asociado a la imagen de un teatro monumental, en el típico acabado gris de la obra limpia, brutalista, que a la historia de aquella venezolana que salpicó las crónicas de las grandes capitales del mundo, con referencias tan a menudo dirigidas a elogiar su talento como a censurar su estilo de vida.
Pensando en eso, le dije que teníamos que tomarnos un café para que me contara de qué iba el proyecto. Y fuimos a tomarnos el café.
Andreína Gómez, venezolana, antropóloga y documentalista (ella produjo Tambores de agua y Ajila) está sentada frente a mi enfundada en un abrigo otoñal, y yo que siempre divago me pongo a pensar en lo que ha de ser esa experiencia para una merideña residenciada en Margarita. En fin, abro con una pregunta posiblemente obvia: ¿Por qué, por qué Teresa?
“Teresa Carreño tiene un efecto curioso en los alemanes -decía Andreína-: los hace reír. Aún más curioso es el hecho de que allí conozcan más de la vida y obra de Teresita que en el país que fuera su cuna.”
La investigación para este Documental, que empezó hace ocho años, la llevó a pormenorizar el doble itinerario profesional y personal de Carreño, desde su partida de Venezuela, su paso por La Habana y las capitales europeas, hasta su accidentado regreso al país bajo el mando de Guzmán Blanco y su definitivo asentamiento en New York. A menos de un año del Centenario de su muerte, La importancia de Teresita como personaje femenino en las turbulencias del Siglo XIX, implica para la autora una carga arquetípica, de valor e identidad latinoamericana, y, en particular, de la mujer latinoamericana.

Alexandra Oler, pedagoga del Conservatorio de Música de Leipzig, ha grabado tres discos y escrito una treintena de artículos sobre Teresita; y como ella; también es pianista y compositora. Conoció su obra cuando rondaba los diez años; hoy roza los cincuenta. Este primer paralelismo aborda la admiración y promoción de un legado desde la madurez: Teresa vivió 26 años en Berlín y su tercer esposo fue alemán, así como sus dos últimas hijas. Fue allí, decía Andreína, donde se celebraron sus Bodas de Oro musicales. “Fue la época de la brillantez”, agrega, con seriedad.
Selene Quiroga, venezolana en sus treintas, es periodista, pianista, cantante y actriz, y como Alexandra, conoció la obra de Teresa siendo una niña, y años más tarde construyó sobre ella su tesis de Periodismo, y tras cursar una Maestría en Teatro, hizo una obra inspirándose en Teresa Carreño. “Es como parte de ella”.
Clara Rodríguez también es venezolana, pero vive en Inglaterra, donde es profesora en la Academia de Música Británica de Londres. Tiene un disco de Teresa Carreño.
El personaje de NY, jazzista, aporta a la historia referencias sobre el maestro de Teresita, Gottschalk, quien fuera uno de los primeros en llevar ritmos folklóricos americanos al piano. Anna Kijas es musicóloga especialista en la obra de Carreño, es polaco-americana y vive en Estados Unidos. “Ella se ha dado a la tarea de buscar todos los lugares del mundo donde Teresa hizo conciertos y es un personaje muy rico, sin tener nada que ver con nosotros los venezolanos, por sencillamente admirar simplemente a Teresa y mostrar cómo una mujer latinoamericana en esa época brilló tanto y es tan desconocida”. Andreína hace una pausa para respirar y antes de pasar al siguiente personaje, añade “un poco como el trabajo documental”.
Cecilia representa el primer contacto: una niña franco-venezolana que estudia piano en un Conservatorio de París, donde conoció por azar la obra de Teresa: “Esa etapa en la que está ella ahorita es casualmente la misma en la que todos los personajes anteriores conocieron a Teresa, en ese umbral de la adolescencia, para después conformar parte de su inspiración artística. Yo no sé si a Cecilia le vaya a pasar, pero a las otras sí les pasó”.
Esta relectura de las feminidades de la modernidad me interesa, sobre todo porque la interpretación le da la voz de las mujeres de hoy. Andreína continua: "Son las realidades del XIX y de ahora con una visión musical también, porqué fue prodigio siendo mujer latina, un proyecto multicultural donde los personajes van a un mismo objetivo: hablar de 'Teresita en el siglo XXI': limitaciones y metas como artistas, cosas que Teresa también vivió."
Preguntándole por sus siguientes paradas en Europa, imagino la envergadura del proyecto y la cantidad de personas implicadas. Andreína se deshace en infinidad de agradecimientos, un torrente de nombres tal que es muy posible que yo haya olvidado unos cuantos. Me nombra casi instantáneamente a sus asesores de guión, Eliseo Altunuaga y Michel Marx, profesionales de la investigación, incluyendo a Jesús Eloy Gutiérrez de la Fundación Teresa Carreño, Michel Rivas en la fotografía del documental y Alberto Urdaneta en animación, Caribay Duque como jefe de producción, Xavier Agudo desde Alemania en la producción transmedial (pues el proyecto incluye una extensión interactiva), y otros cuantos “fieles a Teresa”, dice, pues admiradores de la vida y obra de Teresa Carreño también se han acercado a brindar su aporte al proyecto.
“El proyecto es venezolanísimo, el equipo comprometido es como Teresa, venezolano en el mundo. Multiétnico, mixto. Mestizo.” Y la escogencia de adjetivos no es al azar, Andreína tiene una formación como antropóloga que, yo especulo, permea el proyecto. Cuando se lo pregunto, ella responde:
“Es una mixtura de cosas, por supuesto es una mirada muy femenina y feminista, no hay sino que ver al personaje y ver todas las formas que transgredió ella aún cuando el término distaba mucho de ser acuñado. Un personaje transgresor que en algunos diarios tiene resaltada su vida curiosa, en lugar de sus aportes a la música.”
El conocer su historia de vida, como emigrante, como músico y como mujer, me lleva a pensar en su cualidad icónica. Andreína dice que Teresa Carreño es un ícono femenino para Latinoamérica. “Yo la veo como un arquetipo porque tenía tantas facetas y una vida muy acontecida... sostén de su familia, viajera en barco y mula, políglota, casada varias veces... Sin ser sombra de un hombre. Es la precursora del feminismo latinoamericano e inspira a Teresa de la Parra que se llamó así por Teresita, y quería seguir sus pasos. Ifigenia inspiró a las mujeres y Teresita inspiró a Teresa.”
Teresa, que vivió un agridulce retorno a Venezuela, dejó un piano en el Teatro que hoy lleva su nombre. Quizá algún día alguien le dara el valor que merece, como hace hoy Andreína con su legado.